[vc_row][vc_column][vc_column_text]Surgido de un exigente pliego de condiciones del Departamento de Guerra de Estados Unidos, el Jeep Willys empezó a mostrar su versatilidad y sus cualidades offroad hace 80 años. Se buscaba un automóvil de tracción integral, ligero y fiable, capaz de transportar tropas sobre cualquier tipo de terreno. El resultado fue un novedoso vehículo multiusos de un cuarto de tonelada, el “General Purpose Vehicle”, más conocido por sus iniciales Willys MA y MB hasta 1945. Nacía una leyenda.
Primer automóvil 4×4 producido en masa, el Jeep Willys puso la funcionalidad y la polivalencia por encima de todo. El acabado era espartano: se trataba de un vehículo descubierto de cinco plazas, sin puertas, con parabrisas abatible. Su motor de 2.197 cm3 con cuatro cilindros en línea desarrollaba 60 CV y destacaba por su fiabilidad.
Sin embargo, sobre el terreno destacaba por su agilidad y sus múltiples posibilidades de uso. Su robustez y su resistencia a las condiciones extremas le hicieron brillar en todos los frentes, desde las estepas rusas o las zonas de alta montaña hasta la arena del desierto o los terrenos embarrados y pantanosos. Sus prestaciones se pusieron a prueba con éxito en el desierto californiano y en las escaleras del Capitolio.
Las 650.000 unidades producidas durante la contienda se suministraron tanto al Ejército de los Estados Unidos, a razón de 145 vehículos por regimiento de Infantería, como a sus aliados británicos y soviéticos, quienes fabricaron además una versión propia, el GAZ-46.
En todas partes, el Jeep destacó por su polivalencia. Además de trasladar soldados con rapidez de un lado a otro, llegó a utilizarse como vehículo de mando, ambulancia, unidad de exploración o de asalto, soporte de lanzacohetes y morteros, camión de bomberos en los portaaviones, remolque de piezas de artillería, locomotora… Su capó plano permitía tanto extender mapas como celebrar una misa de campaña o una partida de póquer. Su equipamiento podía utilizarse como fuente de iluminación o como hornillo para cocinar y de su radiador se sacaba agua caliente para afeitarse.
Pocos vehículos han despertado una unanimidad tan favorable entre sus usuarios, incluido el comandante Supremo Aliado en Europa Occidental, Dwight D. Eisenhower, que lo consideraba “una de las tres armas decisivas de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial”.
Por su parte, el escritor Ernie Pyle, corresponsal de guerra y cronista de la vida del G.I., del soldado raso, que lo describía de este modo: “Puede hacer de todo, llega a cualquier parte. Es fiable como un perro, fuerte como una mula, ágil como una cabra. Transporta el doble del peso para el que fue diseñado como si nada”. El legendario Enzo Ferrari lo consideraba: “el único automóvil deportivo americano”.
Tras la Guerra, el Jeep se adaptó perfectamente a la vida civil con el Jeep CJ-2 que sumaba a las prestaciones del modelo bélico un espacio de carga trasero, remolque y techo de tela, aunque mantenía su espíritu espartano. Sólo se comercializaba con asiento del conductor y retrovisor lateral de serie. Elementos como el asiento del pasajero, el cabestrante, el limpiaparabrisas o las luces traseras estaban disponibles como opción.
Del caqui militar se pasó a combinaciones de colores vivos como el verde brillante, el amarillo o el rojo. En total, se vendieron 1,5 millones de las diversas generaciones del “Jeep Civil” entre 1945 y 1986. Al año siguiente, llegó al mercado el Jeep Wrangler, heredero del espíritu y la versatilidad del modelo original.
Actualmente, el icónico Jeep Wrangler ha evolucionado entrando en el mundo de la electrificación con la nueva tecnología 4xe híbrida enchufable. De esta forma, la legendaria tracción total de Jeep® se alía con la nueva propulsión eléctrica para ofrecer un nuevo concepto de movilidad, junto con un ecosistema de servicios y soluciones, que muestran el compromiso de Jeep de convertirse en la marca de SUV más ecológica del mercado.
Fuente: Jeep Newsroom[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]